lunes, 27 de febrero de 2017

Los míos.

Hoy me he dado cuenta de lo afortunada que soy.
He visto en una fotografía
un conjunto de personas que formaron parte de mi vida.
Hace un tiempo, ver esa foto hubiese roto mi corazón en mil.
Me hubiese preguntado por qué yo no estaba en esa mesa,
de qué se reían,
qué chistes contarían o
si se habrían acordado de mí.
Me hubiese dado rabia saber que, esas personas
decidieron el rumbo de nuestra relación en todo momento.
Os aseguro que yo no he expulsado a ninguna de ellas de mi vida
y sin embargo todas prescindieron de mí.
Hace algún tiempo, esto me quemaba por dentro.
Han sido tantas las veces que me he preguntado
en qué fallé y no he obtenido respuesta,
que he olvidado cuántas lágrimas he sido capaz de derramar ante la idea
de que tal vez yo era el problema.
La causa del efecto.
Que no era todo lo buena persona que creía, ni hacía las cosas todo lo bien que pensaba.
Que tal vez, me merecía no estar ahí.
Si soy sincera
echo de menos a varias de esas personas muchas veces.
Con ellas he sido feliz.
Nunca he tenido suerte,
pero hoy, al ver esa foto, no he querido estar en esa mesa.
Me ha alegrado verlos sonreír, aunque ya no tenía intención de saber por qué.
Me he reído pensando en los chistes que me contaban cuando compartíamos momentos juntos,
pero no he sentido deseo de escuchar los nuevos.
He asumido que no se habían acordado de mí.
Y no me ha dolido.
He pensado en cuanto me acuerdo yo de ellos cuando paso tiempo con las personas de mi vida.
Y lo he entendido.
Y sin embargo, mirando la foto más allá,
he reconocido el viejo restaurante al que he ido tantas veces.
He visto en la mesa el vino que he tomado
y me ha entrado un hambre voraz al ver ese revuelto que siempre me pedía.
Y he pensado en toda la gente a la que me gustaría llevar allí,
con la que me gustaría beber ese vino,
tomarnos una foto riendo
y a la que me gustaría contar los chistes nuevos que he aprendido.
Y de todas esas personas, no vi ninguna en la foto.
Y he descubierto que yo nunca fui el problema.
Y he entendido lo que algún tiempo atrás no fui capaz:
que mi vida ya nada tiene que ver con esas personas.
Y me he sentido feliz mirando esa imagen.
Y sobre todo, me he sentido feliz al dejar de mirarla.
Y he sentido una necesidad enorme
de decirle a los míos que les quiero.
De decirles que quizás nunca he tenido suerte
pero que ellos me hacen jodidamente afortunada.
Las personas de esa mesa me han hecho feliz,
y me han ayudado a serlo sin ellas.
Y, por primera vez desde hace algún tiempo
he entendido que hay personas a las que siempre echarás de menos
pero que sin duda, no quieres que vuelvan.
No es orgullo, ni rencor, todo lo contrario:
Les deseas lo mejor, a ellas, y a ti.
Y entiendes, que lo mejor, es seguir cada uno su camino.
Gracias infinitas a todos los que hacéis cada día
que haya podido sonreír después de mirar esa foto.
A vosotros,
a los míos.