martes, 20 de noviembre de 2012

Posdata: infinitamente más que ayer, y eternamente menos que mañana.

Todos sabéis que hay cosas que no se pueden explicar, ¿verdad?. Como eso de Dios, la religión y tal. Hay cosas en el mundo, que no se pueden ver, pero que es cuestión de algo llamado "fe" creerse. Bien, yo conozco algo que a pesar de que no se puede ver, se sabe que está. Algo que no todos oyen, pero nosotros dos, sabemos de que melodía estamos hablando. Algo que no se puede explicar, pero que se sabe que está ahí. Exacto.
Hablo de levantarse cada mañana y que la primera cosa que se te venga a la cabeza es un; "Ojalá estuvieses aquí.". De ir corriendo al ordenador y escribir un "buenos días" a alguien que aún duerme, pero que cuando despierte, aunque sea un instante sonreirá. Hablo de sensaciones. ¿Que son las sensaciones? Es como una serpiente que de momento se mueve por nuestro interior y nos hace cosquillas. Es estar sentada y que una mano te roce el hombro, un beso robado, dos miradas que se cruzan y se quedan a mitad del camino, unidas, escribiendo el resto de una historia que.. no se puede explicar. Hablo de los besos de por la mañana, de como cada palabra, la más simple del mundo, describe algo que a su vez, no se puede describir. Es el todo de la nada, el siempre del "nunca". El ser o no ser. Es verlo sonreír y que de momento todo haga.. "PLOF" y desaparezca. ¿Donde estoy? No lo sé. ¿Qué hago aquí? Ni idea. Y entre tanta pregunta sin respuesta viene él, te coge de la cintura y te contesta besándote a la única pregunta que de verdad te merece la pena realizar; ¿Quién soy? Soy suya.
Amor, euforia, deseo, pasión, ganas. Una mezcla de tantas cosas que no se pueden explicar, que hacen lo inexplicable.  La cuestión es que cada noche al acostarte, miras ese lado vacío de la cama y sonríes pensando en cuando esa persona lo llenó, entonces te tapas, te das la vuelta y te encojes, dejando un hueco por si llega, que sepa que ese es su sitio. Las cosas son más fáciles de lo que parecen. "Te echo de menos, voy a buscarte" y se acabó. Dos personas que se aman tienen que estar juntas. No hay más. Es una guerra constante en la que hay que afrontar las cosas. Es una guerra entre nosotros y el tiempo, las adversidades. Pero yo muero. Muero cada vez que me mira, o me sonríe. Cada vez que me besa, o me toca, o me hace suya. Cuando me abraza o me acaricia, incluso cuando me hace cosquillas o bromea. Muero cuando dice que soy muy fea, y cada vez que dice que soy preciosa. Muero en cada palabra y gesto. Y ¿sabéis qué? jamás imaginé que en esta guerra, morir a cada instante fuese la forma más increíble de ganar.
¿Y dos años? ¿Qué son dos años?
Setecientos treinta días, diecisiete mil quinientas veinte horas, un millón cincuenta y un mil doscientos minutos. ¿Eso son dos años? ¿Qué es el tiempo cuando lo mínimo que quieres pasar a su lado, es el resto de tu vida? Dos años son mucho más que millones de segundos y horas aprendiendo y conociendo a lo que pasará a ser tu verdadero mundo. Un veintiuno cualquiera de Noviembre. Dos años es más que besos, que amor, que una lucha constante  Dos años es mucho más que lo que cualquiera pueda creer. Es más que experiencias, momentos, planes, decepciones, ilusiones.. Dos años es una salvación. Es el tiempo justo en el que te das cuenta lo que merece de verdad la pena, y lo que no. Es lo que tarda el pasado en dejar de doler, el presente en ser vivido y el futuro en ser ansiadamente esperado. Dos años es más que un amor grandioso. Es alguien que te ve caer a un pozo y sin darse cuenta te dice "sal de ahí, yo he estado y no sirve de nada". Es alguien que te dice toma mi mano, alguien que no hace falta preguntarte "¿qué te pasa?" cuando ya te está levantando la barbilla y diciendo "aquí estoy". Dos años es una vida nueva, con otro color y una forma diferente de ver las cosas. Dos años es saber que al otro lado hay alguien que espera tus buenas noches y que sabes que tu esperas las suyas. Son dos años en los que de repente aparece alguien y lo cambia todo. Y cambia cada molécula de dolor que tu corazón esconde. Alguien que destruye tus barreras, que saca de ti lo que ni siquiera tú conocías. Alguien con quien no tienes que esconderte ni disimular, alguien que no sentirá lástima de ti, alguien que te ayudará pero no tendrá compasión. Alguien que no intentará ponerse delante tuya para guiarte ni detrás para empujarte, alguien que se pone a tu lado y comparte sus experiencias, alguien que te aconseja y que quiere que cada noche te acuestes teniendo el poder de decir "soy feliz".
¿Y tú? ¿Quién eres tú?
No te puedo explicar. No hay palabras en el mundo que sirvan de agradecimiento por lo que has echo por mi. No hay nada con lo que pueda pagarte que me salvaras, que me guiaras, que me enseñaras y que después de todo, permanezcas a mi lado. Hoy quiero escribirte lo que nunca te he dicho. Eres el único que sabiendo todo de mi, de mi pasado y presente, quieras aún tener algo parecido a un futuro junto a mí. El único que no me ha dejado sola a pesar de que a veces me lo he merecido. Eres el único al que no le ha importado mi forma de ser y no ha huido de ella, si no la ha aceptado y a la vez me ha enseñado a ser mejor. El único que de verdad confía en mi y cree en lo que hago y quiero, el que siempre está ahí, diciéndome la verdad y enseñándome a aceptarla y a aprender de ella. El único que se ha parado a escucharme de verdad, el que me ha entendido y ha sabido que decir y cuando, y cuando callar y abrazarme. Eres inexplicable.. eres lo que nunca imaginé que podrías ser. Eres lo que nadie nunca será para nadie. Eres ese silencio que hace ruido, que marca, que deja huella. Siempre me he quejado de que la vida ha sido demasiado injusta conmigo, de que he sido su sparring, su chica de entrenamiento, a quien hundir y hacer daño cuando quisiera. Hoy sé que no es así, que mi dolor es lo que me hace ser quien soy, quizás no muy distinta a las demás, pero con algo aprendido. Hoy sé que hay quien lo ha pasado peor y calla, y quien se queja el doble cuando lo ha tenido todo por delante.  Pero eso no importa, lo único que sé, que lo que un día la vida se llevó de mi, sin preguntar siquiera... ha merecido la pena. ¿Por qué? Porque me lo ha devuelto con el mayor regalo que podría darme nunca, te ha traído a ti a mi vida. Te trajo y me enseñó a luchar por ti. Y muchas veces estuve a punto de quedarme en una batalla tendida. Porque era una lucha difícil y amarga. Pero sea como sea, saqué fuerzas de un amor diferente al resto, y hoy puedo escribirte esto. He intentado ser siempre lo más valiente que he podido, he intentado no desistir... y a pesar de que a veces me he quejado como la que más, espero haber estado a la altura de las circunstancias. Para mi no ha acabado, porque siempre hay que levantarse y luchar... yo no te tengo, no te tendré nunca, aunque tú creas que eres mío. Quiero enamorarte cada día, quiero que cuando despiertes en mi cama en vez de en la tuya, lejos de tu casa y tu familia, mires al lado y pienses "merece la pena". Quiero ser cada día de tu vida, esa sonrisa. Quiero que me ames para el resto de la eternidad, en esta y todas las vidas que tengamos. Tu eres el mayor orgullo de mi vida, eres mi premio... y quiero ganármelo a cada segundo. ¿Y sabes por qué? Porque lo único que tengo claro en la vida son dos cosas: La primera que soy irremediablemente tuya, y eso es algo que nadie puede cambiar. Y la segunda, que sea lo que sea lo que esté en mitad del camino, te quiero a mi lado.
Gracias, por ser inexplicable, por estos dos años, por lo que pasó, pasa y pasará. Por esta historia. Por haber sido y ser el único. Gracias mi vida, por hacer de nosotros, algo más que un amor. Por hacer de nosotros seis letras.
Taytas ♥

martes, 13 de noviembre de 2012

2 Sonrisas y un beso.


Todos estaréis esperando a que empiece a escribir una nueva historia, y os preguntareis ¿Por que empieza escribiendo así?, Yo me preguntaría otras cosas, como: ¿Por que en el titulo el primer numero lo pone con un símbolo y el segundo no? y cosas así.. No se, la vida se ve distinta a través de los ojos de otra persona, y,  yo no quiero ser persona, así que; ¿Como vería yo las cosas?.

-No es tan difícil.
-Pero yo no lo entiendo como tú.
-No se trata de entender o no entender, se trata de vivir diferente, se trata de no tratar.
-Pero, ¿Como se hace eso?
-No se hace, viene solo. ¿Ves ese jarrón?
-Si.
-Bien, Pues no lo veas.
-¿Cierro los ojos?
-Jajaja, no. Cierra tu mente.
-Pero eso es imposible, no se puede cerrar la mente, la necesitamos para pensar.
-Exacto, ahí está el secreto.
-Joo, no lo entiendo bien.
-Tranquilo, todo llega.

Después de eso, aquel chico quedó tanto sorprendido, como asustado. Nunca se supo nada mas de él. Pasaron años y años, amigos y familiares temían lo peor, las autoridades hicieron una búsqueda, sin éxito.

"Ding Dong"
-Ya va. (Abre la puerta intrigada por las horas de la noche que eran). Hola ¿Quería algo?.
-Hola mamá.

Una cara pálida  unos ojos se abrían sin pestañear, una boca medio abierta, la piel de gallina al escuchar esa voz, y no reconocer su rostro. La misma sensación, como cuando ves a un fantasma.

-Perdón por todo lo que pasó, y lo que hice. Pero tenia que hacerlo.

La madre medio temblando, sin hablar, se abalanzó sobre él, como si de la guerra hubiese vuelto.
Semanas mas tarde, después de explicarle el por qué de todo, la madre lo entendió, y todo volvió a lo de siempre.

FIN.

Jajaja, esperaba una pregunta como esa. ¿Por qué se fue?, Eso queridos amigos, es lo que vais a responderos vosotros solos, una vez que cerréis vuestra mente, y no seáis nada de lo que conocéis.

Porque, ¿Quien ha dicho que todos deberíamos pensar igual?
O mas fácil, mira el jarrón: ¿Donde está?.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Princesa, con corona de espinas.


Verdes. Como una manzana, como el icono de Spotify, como las hojas de los árboles en primavera. Como una iguana, o como una rodaja de pepinillo. Y solo puede preguntarse una cosa.. ¿Qué clase de hombre se pone con esos zapatos unos calcetines verdes?
Diciembre. Siempre le ha gustado esa fecha, adora la Navidad. Las calles están llenas de adornos y las tiendas de gente. Huele a castañas asadas en la avenida y los escaparates están llenos juguetes. Hay siempre un Papá Noél en el centro comercial, y los pajes de los Reyes Magos van a recoger las cartas de los niños. Huele a turrón y a polvorones. A ilusión, a expectativas, a aspiraciones, a cambio. Huele a nuevo, huele a humanidad, a amor y compasión. Huele a Navidad, a su querida Navidad. Lo que más le gusta de la Navidad es pasear con su chico por las calles, pararse en todas las tiendas y decirse mutuamente lo que se van a regalar por reyes. Le gusta que la deje en una esquina y aparezca con un cartucho de esas castañas asadas que le encantan, pero que luego nunca puede pelar sola. Le gustan los gorritos que él se pone para hacerla reír, y las luces de los árboles. Y la cara de la gente. Todos sonríen, todos parecen felices, y aunque al llegar a casa no lo sean, en ese instante en el que escuchan a la gente cantar villancicos en la calle o ven el juguete que quieren sus hijos o huelen a buñuelos, en ese momento, durante un solo instante, son felices. Y eso a ella le encanta.
En casa nos gusta a todos la Navidad excepto a mamá. En realidad a mamá no le gustan las fiestas, siempre piensa en el dinero que se gasta, en la comida que se tira, en las visitas, en la ropa… nunca puede ver la parte bonita de las cosas, y eso es molesto. Pero creo que mi madre es de esas personas que aunque no les gusta la navidad, cuando pasean por la calle y ven los belenes vivientes y los niños con los ojos como platos y las caras pegadas a los escaparates, sonríe. A papá siempre le ha encantado, él es como yo, un soñador, un enamorado de la vida, y de la navidad. Y al pequeño le encanta, aunque su época favorita es la de todos los niños a su edad supongo, ¿no? Los Reyes. Recuerdo que en casa siempre hemos estado muy unidos, sobre todo en navidad. Mamá nos compra ropa y papá cocina y como trabaja en una empresa de embutidos nos trae siempre jamón y chorizo. Las titas y primas vienen a casa a comer turrón y beber champán. Y se cantan villancicos y nos hacemos muchísimas fotos. La Navidad es sin duda mi época favorita del año, lo era al menos, hasta esa noche.
Camina lentamente, bajo un cielo casi rojo, que está a punto de exponer su furia ante nosotros, en forma de lluvia. Camina con la cabeza agachada, la pintura corrida de las lágrimas, las medias rotas y los tacones en la mano. Camina en la oscuridad de una noche de Diciembre que lleva con ella alcohol, algún que otro porro, música, gente… y un desamor. Y piensa en él, en su chico, en cada beso, en cada caricia que se han dado, en cada plan que tenían pensado… piensa en sus ojos, en su sonrisa, en su forma de tocarla y de quererla. Piensa en cuanto lo ama, en cuanto lo necesita… y sabe que lo acaba de perder por una tontería. Y ahí están, ella y sus diecisiete años caminando a solas por la ciudad, por la noche, por el peligro. Entonces se para, le suena el móvil, un mensaje. Y lo abre con miedo pero con ganas, con prisas, con ilusión. Es él. Abrir; “Tengo que hablar contigo, llega a casa cuanto antes por favor, es muy tarde para que estés por ahí sola. Te quiero.” Y de pronto sonríe, se seca la cara y cierra los ojos, un instante, una milésima de segundo... lo suficiente para que toda la emoción que contiene su cuerpo, su mente, su alma… se desvanezca en el más miserable de los hechos.
Tiene los ojos vendados y nota que se mueve, va en un coche... pide ayuda, llora y patalea.. pero es inútil, no se oye nada más que una emisora de radio con una canción en francés.. “¿una canción en francés? Menuda gilipollez.” De momento, una voz... una voz que a pesar de estar distorsionada… le resulta familiar. “Si te portas bien, saldrás viva de esta”. Y un corazón que se paraliza, una mente que se abre ante millones de posibilidades, a cada cual más traumática, más cruel… más inhumana. De momento el coche se para, y se apaga la radio, última frase; “premier amour est  pour toujours”. ¿A qué le suena esa frase? Y de repente una mano que la saca agarrándola fuerte para que impida que se escape, pero con dulzura, con suavidad, con preocupación. La tiran al suelo… está húmedo y encharcado por la lluvia, es barro, pero no demasiado fangoso. Intenta quitarse la venda de los ojos… pero tiene las manos atadas. Y de momento una puerta del coche que se cierra… y pasos que se acercan a ella. Un solo hombre… un solo hombre que la secuestra y la amenaza, y a la vez la cuida. De momento, una mano en la cara… le acaricia suave, con cariño y respeto, con cuidado... con amor. Y una voz que le susurra al oído, una voz cálida pero grave a la vez. “Me recuerdas tanto a ella, esa mirada tan intensa, tus labios, tu manera de caminar” ... y antes de que le dé tiempo a pensar en nada… una mordaza que le impide gritar. Y unas manos que bajan de su cara a su cuello, y después a los hombros... unas manos que le rompen la blusa… y siguen bajando hasta tocar su sujetador… un sujetador que acaba siendo arrancado con brusquedad. Y entonces se nota el frío rozándole los pezones... un frío que se apaga cuando esas manos vuelven a tocarla. Y ella intenta gritar, y patalea... pero él la coge del pelo y le susurra al oído de nuevo; “ estate quieta… no me hagas hacer algo que no quiero” Y de repente… una falda que se baja junto a unas medias rotas, junto a unas bragas… y desnuda en mitad de donde quiera que esté, empieza a llorar. Y llora en silencio, lágrimas de dolor. Y solo sabe arrepentirse… ojalá no se hubiera ido de esa fiesta enfadada, ojalá no se hubiese puesto celosa de aquella chica y lo hubiese perdido, ojalá él, su amor, estuviera allí para defendedla  Y llora, sabe lo que viene, y ya le duele. Y siente asco por ese hombre que tiene encima y le roba la vida en cada caricia. Pero no puede hacer nada, está sola… nadie va a venir a salvarla… quizás ese hombre la mate y ya nadie sepa nunca más de ella. Y el ruido... una cremallera que se baja, y unos labios que rozan su cuello. Y ahí tirada una niña que se hace una mujer en un solo instante… y que pide a dios que se la lleve antes de que ocurra. Pero es tarde… PAM. Y una agonía que la mata por dentro cuando siente su miembro moverse dentro de ella. Y PAM. Otra vez. Y ella aprieta los dientes sobre ese trapo que tiene en la boca, y da un grito silencioso de dolor. Y llora... llora desmesuradamente mientras esos golpes en su vientre cada vez son más fuertes, con más ansias, más dolorosos, más rápidos. La coge del pelo y le tira. Ella sabe que está apunto de terminar… y no quiere salir viva de eso, no quiere recordarlo. Quiere que acabe y la mate. Pero él está allí, disfrutando encima de una niña que deja de ser alguien. Entonces siente aire en el pómulo, casi en el párpado. Se le ha levantado la venda al tirarle del pelo. Él sigue, rápido… está a punto de correrse. Ella abre un ojo, para ver si puede ver la cara del hijo de puta que le está haciendo eso. Pero no puede ver nada más que sus pies. Unos vaqueros, y unos zapatos, buenos, de marca, les recuerdan a alguien pero no puede pensar ahora mismo más en nada. Debe de ser empresario. Y de repente, allí está. Un calcetín. Y en ese momento de dolor piensa, ¿qué clase de hombre se pone unos calcetines verdes?.
Después, cierra el ojo y de momento, un quejido. Un quejido que contiene un final, un grito de placer. Todo ha acabado. Y ella, entre lágrimas y un dolor que le desgarra el alma,  aspira a que ahora, todo acabe de verdad. Entonces lo nota salir dentro de ella. De nuevo una cremallera que sube. Y otra vez ese aliento en el cuello, y esa voz que ahora, llora silenciosamente; “lo siento, lo siento de verdad pequeña”. Unos pasos que se alejan, y una mente que piensa en todo tipo de muertes “¿será una pistola?, ¿me acuchillará?, ¿me golpeará con una piedra en la cabeza?”. Pero entre tantas preguntas, no siento miedo. Solo alivio de saber que ahora, todo acabará de verdad. La puerta del coche se cierra. Deja de pensar, se centra en oír los pasos que se acercaran a ella, anunciando un adiós. Pero... no escucha nada. Y se queda quieta, silenciosamente. Oye el viento soplar y las hojas de los árboles, debe de ser un bosque. Y empieza a llover, chispea. De repente, un motor que arranca. Pisan el acelerador, y escucha como se aleja, poco a poco. Y empieza a llorar. Se ha ido. Ese monstruo que le ha robado todo, se ha ido dejando vivo en su mente ese recuerdo de como sola en mitad de la nada, le quitaban su niñez, su infancia, su felicidad. Entonces empieza a pensar en su chico. Llevará toda la noche esperándola, tendrá que tener el móvil abarrotado de mensajes y de llamadas perdidas. “Se preguntará que donde estoy, estará asustado, todos nuestros amigos estaban en la fiesta. ¿Y mamá? ¿Se podrá imaginar mamá que siempre piensa en lo peor, todo esto?..” Y en la profundidad de sus pensamientos, se queda dormida, con el frío y la lluvia rozándole el cuerpo, un cuerpo manchado por el acto más despreciable que existe, y que a ella le ha tocado asumir.
Se ha despertado. Nunca le han gustado las ambulancias por fuera, así que verse dentro de una ya, le resulta bastante repugnante. Tiene una especie de suero inyectado y una manta por encima. Una chica joven le pregunta cosas, pero ella no quiere contestar. “Está en estado de shok”. “¿Estado de shok?” Piensa. “¿Qué te contesto a cómo estoy? No estoy muerta, y esa es mi tragedia” Pero no tiene fuerzas para hablar. Le inyectan algo en el suero, y tarda poco en quedarse dormida otra vez.
Después de todos los trámites con la policía y todo tipo de pruebas en el hospital ya está en casa. Todos han ido a verla. Todos. Y él… él está casi tan dolido como ella. Su chica, su amor, la persona con la que lleva dos años compartiendo todo, con la que se ha hecho hombre, la que lo ha mimado y aguantado. La que ha hecho lo imposible para que sea feliz, está allí, con diecisiete años y una vida que se ha roto en pedazos, pedazos como los de un puzzle que ahora difícilmente podrá volver a montar. “Es fuerte. Siempre arregla ella nuestras peleas y me apoya en todo, y siempre está conmigo aunque yo a veces la dejo sola. Sola… como esa maldita noche. Pero ella es una puta piedra, está aquí. Dispuesta a continuar. Mi niña, mi princesa dispuesta a seguir adelante. Fuerte, como una mujer de hierro. Y yo fui tan miserable, que la volví a dejar sola una vez más. “.  Pero ella solo quiere estar con él. Se siente protegida, amada, y él no puede hacerle notar lo culpable que se siente de todo aquello. Se ha quedado a dormir en casa estos días, ven películas constantemente y le toca el pelo para dormirla. Lleva dos días sin hablar nada, pero al menos al él es capaz de sonreírle.
Mientras cenan en casa, todos están callados, la tele está apagada. Ella no come, solo le da vueltas con la cuchara a la sopa.
-        Deberías comer algo nena, que dejes de comer no solucionará nada.
Ella lo mira, le sonríe y asiente. Entonces le da un sorbo a la cucharada de sopa. Mamá abre la ventana, y el aire le golpea la cara. Tira la cuchara encima del plato. El aire golpeándola. Y comienza a recordar. Abre los ojos como platos, pero su mirada está perdida. No llora, no actúa. De fondo se escuchan las voces de mamá y de él “¿qué te pasa” “¿cariño?” pero no puede reaccionar. Vive cada palabra. Y entonces… ese llanto en la voz de aquel hombre... “lo siento, lo siento de verdad pequeña”. "¿Pequeña?"... y lo entiende todo. Era su primer amor, “premier amour est  pour toujours”. Lo llevaba tatuado en el pecho. Siempre le había hablado de ella. Él decía que parecía su hija en vez de la de mamá, siempre ha estado enamorado de esa mujer. Y entiende la canción, “el primer amor es para siempre”. Esos calcetines, se los regaló ella por su cumpleaños, a él no le gustaban pero a ella le encantaba el verde y le pidió por favor que se los pusiera. Esa suavidad con la que la trató, ese arrepentimiento. Sus zapatos, tiene tres pares iguales. Se los hace el hijo de  una mujer a la que lleva encargos, es zapatero. Caros, de piel. Y entonces, le rebota en la mente como una canción pegadiza… “Pequeña”. Solo una persona en este mundo la llama pequeña. Una persona que le dio la vida, y diecisiete años después se la quita. ¿Cómo ha podido estar tan ciega y no darse cuenta antes?..
Levanta la vista de la mesa. "¿Cómo ha sido capaz?". Se le llenan los ojos de lágrimas, aprieta la mandíbula. Lo sabe todo. Entonces mira a su madre;
-        - Mamá…
-        - ¿Qué pasa cariño?
-       -  ¿Dónde está papá?.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Detalles del invierno.


¿Qué creéis que es un bar? Un sitio donde beber algo, quedar con amigos, echar unas risas y recordar algún que otro momento pasado mientras nuestro subconsciente ya planea mejorarlo en un futuro, quizás no muy lejano, quizás si, depende de la vida, del curso de las cosas, de como todo siga un camino que por otra parte, ¿quién lo marca?.
Para mi, un bar es como un autobús, o un parque, o la puerta de una discoteca, un sitio corriente que encierra en cada mirada, cada gesto, cada persona, en cada esquina, una historia diferente. Una historia que vive encerrada en el olvido, esperando ser descubierta, ser sabida, ser escrita. Esperando a que quien quiera que la descubra, la haga suya en el tiempo, en el instante, en el momento. Suya, sin más.
¿Y en ese bar? ¿Cuántas historias hay? Es mirar por la ventana y no sabéis la cantidad de cosas que me cuentan. La mirada de esa chica que mira con cierta envidia y a la vez, admiración a su amiga que a la vez besa a su novio, simulando un papel de felicidad, que... ¿Es cierto? Nadie lo sabe. Y la lluvia, esa es mi fiel aliada. Es, como yo la llamo, mi mar en plena ciudad, en pleno centro. Ella es la que me indica que pasa en la mente de ese chico que se pone la capucha de su sudadera tapando los cascos y ni siquiera se acelera al ver que se esta mojando. Sin embargo, por la acera de enfrente esa chica lleva paraguas y anda a paso ligero. ¿Quién es mejor de los dos? ¿Por qué a ese chico que cada gota le cala un poco más hondo no le importa el tiempo, la lluvia?, se inunda en la música del reproductor, y se limita a vivir… ¿Es esa chica más feliz por que detrás de cada paso en el que pierde un instante hay alguien o algo que la espera? Y si es así... ¿merece ese algo más importancia que la de ese momento en el que el agua cae del cielo y traspasa tu ropa para acariciar tu piel? No lo sé, solo sé que ese chico y esa chica que probablemente no se conozcan de nada, que probablemente se diferencien en millones de cosas, estarían interesados en mirarse uno al otro y preguntarse ¿qué es el tiempo?. Sea como sea, no hace falta irse tan lejos para descubrir una historia. Basta mirar en tu mesa. Como todos hablan, sonríen por inercia, contestan por la obligación de una costumbre, una educación, de una orden que sin querer les han implantado desde pequeño. Y se enseñan cosas, y aparentan estar contentos mientras en cada “pues yo hiceesto” hay una pelea, como cuando dos leones se enfrentan por el liderazgo de la manada, como cuando un perro orina, marcando el terreno, dejando claro quien es el alfa, quien es mejor. Al fin y al cabo, no somos más que unos animales mejor educados. Y de momento, en una conversación se desvía una mirada, se borra un instante una sonrisa o aparece de la nada en un momento de silencio. De repente la mente ya no está entrenada, el pensamiento se ha ido a otra parte, el cuerpo no reacciona. Y en ese instante de milésimas de segundo, no sabemos controlarnos, no somos dueños de nuestros actos, no somos nada. Pero allí está la gente, siguiendo su camino, su historia. Escondiendo su miedo, su normalidad, sus debilidades en un vaso de cerveza que deja un arco mojado en la mesa. Escondiendo sus ganas de estar en otro lugar, con otra persona, quizá incluso en otro momento. Y mientras tanto siguen bebiendo a cada sorbo, la misma frase que le gritan quizás a un desconocido que cada noche sueñan con conocer más. Pidiendo, suplicando siempre lo mismo en cada trago; SÁLVAME.
Y por un instante casi tan imperceptible como esa mirada desviada, reflexiono sobre la gente, sobre la vida; ¿por qué no están donde quieren? ¿Qué les hace estar aquí? Y sobre todo ¿por qué no salen a buscar esa salvación que tanto esperan?..
Un roce. Y antes de alzar la vista, ya sé lo que quiere: “Hijo de puta, me estás convirtiendo en una loca que escribe en una servilleta un montón de palabras que giran en torno a una pregunta, ¿por qué?” jaja y una sonrisa, quizás tenía razón, esto no está tan mal como parece. Y luego, fin.
Se desvanece, desaparece. Cada pensamiento, cada pregunta. Dobla la servilleta y métela en la cartera.
Y ahí, me siento la más privilegiada de ese bar, de esa ciudad, probablemente de ese mundo absurdo. Sí, yo tengo justo enfrente lo que quiero, donde quiero. Y no tengo que desviar la mirada más que unos centímetros, del papel, a sus ojos. Que ironía, ambas cosas son capaces de darme la vida y tienen el poder para quitármela, tanto el papel como sus ojos. Pero no lo puedo evitar, yo les entregué el privilegio de construirme, y el de destruirme. Y no me arrepiento. Están allí, ambos. Uno debajo de mi barbilla, encima de la mesa, y otro justo frente mía, con el mar en los ojos. Y es cuando miro el invierno que tiene ese chico en la mirada, es cuando surge. Una frase, una pregunta sin interrogación, un deseo, una afirmación. Dos palabras que hacen que al menos en 100 millones de km a la redonda, la única historia que de verdad merezca la pena sea la nuestra.
Te amo.