No soy
más que una chica imprevisible con trastornos de personalidad, que busca en
cada persona, cada cuerpo, cada alma, un transporte, un viaje que la traslade a
ese sitio donde no se sienta una extraña.
A lo
largo de mi vida, he conocido a personas, sobre todo a hombres con
personalidades impredecibles, inimaginables. Y todos confiaron en mi para
depositar su vacío, esperando que yo y mi locura los rescataran de ese pozo en
el que, sin ellos saberlo, yo ya estaba metida, y a punto de ahogarme.
Siempre
he dicho que no confiaría en nadie como yo, y nunca pedí confianza. He vagado
sin rumbo por la vida, buscando un hogar, alguien en quien apoyarme, una taza
de café caliente por la mañana. Pero no lo he obtenido. Me arropaba en las
sábanas del primero que se cruzaba en mi camino.
Esos
hombres, eran mi única familia. Unos estaban casados, otros a punto de
jubilarse, otros acababan de empezar la universidad. Todos tenían grandes
huecos en su alma, y esperaban a que una loca perdida, se los llenara. He
escuchado promesas de todo tipo, de todas clases, vestidas con todos los
colores que podáis imaginar. Pero para ser sinceros, nunca me he quedado a ver
si eran promesas verdaderas. Una noche, una pasión más que escribir en un
diario que no existe, una búsqueda fallida.
A lo
largo del tiempo me he ganado la amistad y confianza de muchos hombres, otros
solo me han insultado, abofeteado o humillado. No me importa. He pasado por
camas, hoteles, coches, servicios, moteles, descampados. En todos me han poseído
y he sentido un momento de debilidad que a veces, es necesario sentir. No llevo
la cuenta de cuantos hombres han besado mis labios y han conocido la calidez de
mi entrepierna, son solo pasatiempos que me rescatan de este mundo.
Soy
joven, soy loca.
He tenido una familia, he tenido un hogar. He
tenido un desayuno completo por la mañana, incluso una vez me enamoré. Pero sin
saber cómo la vida te quita cosas demasiado pronto. La gente confunde recordar
con echar de menos. Constantemente recuerdo mi vida, mi familia, mi pareja.
Pero no los echo de menos. Soy como un león sin manada, no tengo que rendir
cuentas, ni dar explicaciones. No me meto en problemas, porque mi vida es un
problema constante. Voy con mis cigarrillos y mi cerveza vagando por las
ciudades, en busca de alguien que me haga vibrar, durante unos minutos. Alguien
que como la realidad de mi vida dice, me lo de todo, me lleve al universo, me haga
tocar las estrellas, y luego me suelte y me deje ahí, en el húmedo suelo de una
calle mojada por la fría lluvia del invierno.
Estoy
vacía, hueca. Pero he conocido la felicidad.
Cada
una de esas personas que pasaron por mi vida, durante una sola noche, hicieron
de mí algo más impredecible y solitario de lo que ya era. Me besaban, me
querían, durante un solo instante. Por la mañana, yo desaparecía y solo era una
desconocida. Pero eso me gustaba.
No
tengo sueños, esta vida no te permite soñar. Caminas donde quieres, como
quieres, con quien quieres. Y no quieres querer más de eso que te rodea.
He
divagado por las calles buscando en los desconocidos una parte de mí que no
encontraba. Y he visto como cada uno de esos hombres, no eran más que seres
descuidados que tenía una pieza fallida. Todos han buscado en mi algo que los
completase, pero yo estoy demasiado vacía como para completar a alguien.
Solo
buscaba esa parte de mí que no podía encontrar. Y en ellos me encontré. Confiaba
en mi camino. Indefinido. Oscuro. Libre.
Mi
mundo es un mundo de riesgos, de diversión, de ignorancia.
Quizás
no sé lo que es tener un beso por la mañana o que alguien te diga te amo. Pero,
¿acaso es lo que busco?
Esta soy
yo. Mi vacío me completa, mi camino es el que quiero seguir. Ser ese león que
caza, duerme, fuma, bebe. Yo soy una cabina de teléfono, alguien la cual puede
ser usada por todos, pero a la que ninguno puede poseer.
Quizás
no soy un prototipo de mujer soñada, quizás nadie se enamore de mí, ni nadie quiera
llevarme a grandes eventos o pasear conmigo por la calle agarrados de la mano. Puede
que no merezca ser la esposa fiel de un marido ejemplar, ni la madre modelo de
unos niños preciosos. Lo más probable es que nunca posea una casa con jardín y
enormes ventanas. Quizás ni siquiera un pequeño apartamento con un pasillo
estrecho. Puede que nunca tenga un verdadero puesto de trabajo y que no sea
nadie a los ojos de la gente. Puede que esté sola, y puede que siempre
permanezca así.
¿Acaso
importa?
Todos
esos hombres que he conocido y olvidado, y que aún quedan por conocer son mi
verdadera historia. Ellos me dan momentos de felicidad. Quizás es injusto ser
feliz viendo como la gente se queja de su pequeño vacío, pero esas quejas y
reclamaciones, esa confianza que tienen en mí, me hacen ser alguien.
Este es
mi hogar. La calle. No sé a dónde voy. No sé de dónde vengo. Quizás tampoco
sepa muy bien quien soy.
Estoy
loca.
He tomado
un camino oscuro lleno de fantasías fugaces. ¿Quién dice que sea el camino
incorrecto? He viajado hacia sitios que no creía conocer jamás.
No me
importa que no os guste mi vida. No me interesa si mi camino os parece el
incorrecto, o si mi forma de refugiarme en todas esas almas os parece
promiscua, o viciosa.
Yo
elegí mi camino. Cuando lo tenía todo, aposté y perdí. Decidí mi soledad y
busqué apoyo en las estrellas.
Quizás, no sea más que una chica que acabará
con su vida en un periodo breve de tiempo. Tal vez no sea más que un león
solitario, al que el resto de la selva comerá en no mucho más.
¿Queréis
criticarme? No me importa. ¿Queréis insultarme? No me importa. ¿Queréis hacerme
daño? No me importa.
Yo
elegí mi camino, elegí ser quien soy. Y no merezco grandes títulos morales,
pero soy todo aquello que vosotros no conseguiréis ser nunca.
Soy
libre.