domingo, 2 de diciembre de 2012

Precipicios del corazón.


“¿Saltas o no saltas?”
Es la primera cosa que se te viene a la mente. Y aún sabiendo que no saltarás, te lo preguntas. ¿Inercia? ¿Masoquismo? ¿Estupidez humana? No lo sé. Ando esperanzada buscando algo que sé que no está, es ese “si, pero no” ¿sabéis? Es un intento más de cientos que aunque sabes que será fallido, tienes que realizar porque, joder… ¿y si sale bien? Es una esperanza junto con un pesimismo muy raro. Y ahora cansada de buscar estoy ahí en el borde de ese estúpido puente, observándolo todo mientras nadie en realidad me ve. ¿Qué es el mundo? Cada uno lo ve distinto, lo vive distinto, lo piensa distinto. Pero a la vez, somos todos iguales. ¿Hay algo diferente de verdad? Y después por consecuente te preguntas… ¿qué más me da? Coño, no es por ser egoísta o pesimista... pero se me acaba de ir lo único que para mi merecía la pena de verdad. ¿Cómo llamamos a eso? Yo quizá, lo llamaría desamor. Si, parece que el amor es como una fruta dulce, la cual muerdes y te llena la boca de un sabor agradable… pero todas las frutas tienen su parte amarga, y de momento, ¡PUM!,  muerdes el hueso… y aunque esa fruta sea la más rica del mundo, tienes miedo de volver a comerla... porque el sabor amargo del hueso no ha merecido la pena. Pues eso es exactamente. En realidad no, es aún peor. Yo no he hecho nada, han cogido el hueso y lo han molido y me lo han echado en mi puñetero batido de frutas… pero... ¿qué más da? Que me lo merezca o no, sigo teniendo el sabor amargo en mi boca… y escuece por dentro. ¿Por qué? No importa, no va a doler menos ni va a haber vuelta atrás. Todo “por qué” tiene su “y por qué no”, y este segundo siempre va a atormentar la cabeza de alguien que ha sido traicionado. ¿Qué siento? No es odio, eso lo se, porque aún tengo ganas de abrazarlo. ¿Decepción? Tal vez, un poco. ¿Rencor? No... eso no es. ¿Sed de venganza? Jamás podría hacerle algo así, aunque se lo merezca. ¿Qué siento entonces? ¿Amor?... quizás más que amor, añoranza. De lo que éramos ayer y, lo que en cinco minutos, ya no es ni nunca más será. ¿Arrepentimiento? No… lo que he vivido con él sigue siendo algo puro e increíble. ¿Qué cojones es este sentimiento que no me deja respirar?
Y de momento una pareja cogida de la mano, cada uno mirando para un lado distinto, sin una conversación, sin nada que decirse, atados por un compromiso que ellos mismo se han impuesto… eso es. Miedo. Miedo a acostumbrarse a alguien.
¿Qué pierdo por perdonarlo? ¿Quiero estar con él no?...
Y vuelves a mirar a esa pareja... Entonces se me vuelven a inundar los ojos de lágrimas... No lo sé. Y miro el collar que me regaló, lo que le costó encontrarlo. Recuerdo cada momento vivido, y sonrío. Sabes que pasó, fue increíble y pasó. Pero… me ha fallado. Y aunque no tengas rencor, ni odio... sé que es así. Ha mordido el hueso, y lo ha partido por la mitad.
Entonces, desde el puente lo veo a lo lejos… buscándome… intentando salvar algo que… es como esa pareja. Compromiso. Un sentimiento de culpabilidad por haber acabado con algo… pero, ¿qué se sienta culpable significa que de verdad quiera estar conmigo? Para nada. Quiere mi perdón, para poder perdonarse. Y camino hacia él… lentamente, sabiendo que quizás cometa un error pero, hay errores que merecen la pena cometer ¿no? Y de momento estoy detrás de él... le tocas el hombro, suavemente, con cariño, como se lo has tocado siempre,  pero a la vez como no se lo has tocado nunca. Y te mira. Se le llenan los ojos de lágrimas, le tiembla el labio y no sabe que gesto hacer para decir… que está arrepentido. Entonces, se aclara todo. Mi mente se despeja. Estoy justo en frente del hombre al que amo, con dolor dentro de mi… pero se lo que quiero. Lo miro, se me encharcan los ojos y sonrío. Y él se sorprende… espera un insulto, un tortazo quizás… y yo le estoy sonriendo. Entonces me acerco, un paso más, y lo beso. Yo, a él. Se queda parado, no sabe lo que está pasando… termino de besarle y lo abrazo. Y en ese abrazo que no quiero que acabe, empiezo a derramar todo el dolor, el tiempo. Las experiencias y vivencias en su hombro, dejándome lo que fuimos, lo que somos y lo que ya nunca seremos. Todo allí, en su chaqueta. Entonces me separo… él me mira... sonríe y me coge la mano… y ahí viene lo duro. Es ahora o nunca. Cierras los ojos y piensas en esa pareja... Y te haces las preguntas. ¿Lo amo? Si. ¿Quiero estar con él? ….
Abro los ojos, y miro su mano sobre la mía… y mi cara muestra dolor. Muestra miedo, muestra sufrimiento. Y a él se le desdibuja su sonrisa esperanzada de hace dos minutos. Retiro su mano de la mía... me acerco, le doy un suave beso en la frente y lo vuelvo a mirar. Y niego con la cabeza. No… no a todo, no a nosotros.
¿Lo amo? Sí.
¿Quiero estar con él?.. No.
Y me doy media vuelta, y marcho. Camino, rápido, sin querer volver a atrás. Lo veo por el rabillo del ojo… llorar y hablar solo. Quizás me esté llamando, no lo sé, no puedo escucharle. Me pongo mis cascos y empiezo a escuchar música.. Y mientras camino noto en el aire un cambio. ¿Qué es el mundo? Ni puta idea. Pero se que ya nunca más volverá a ser lo que ha sido. Huele a despedida, a dolor. Huele a adiós. Todo ha acabado, y a su vez ha empezado. Y ahora lo entiendo de verdad…
“¿Saltas o no saltas?”
Salto. Salto para siempre. Salto para nunca. Salto… y…
¿Fin?.. No lo creo. =)

2 comentarios:

  1. La vida sin perdida, no es vida.La vida sin obstaculos,no es vida.Es mejor haber amado y haber perdido,que no haber amado y no haber vivido.

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  2. La vida no es más que un trozo de tiempo que algo a lo que llaman "destino" nos ofrece. Y solo se puede vivir cometiendo errores. El amor es vida, el amor es un error. Y amar no es más que vivir de la única forma real que se puede; equivocándose.

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