“¿Saltas o no saltas?”
Es la primera cosa que se te viene a la mente. Y aún
sabiendo que no saltarás, te lo preguntas. ¿Inercia? ¿Masoquismo? ¿Estupidez
humana? No lo sé. Ando esperanzada buscando algo que sé que no está, es ese
“si, pero no” ¿sabéis? Es un intento más de cientos que aunque sabes que será
fallido, tienes que realizar porque, joder… ¿y si sale bien? Es una esperanza
junto con un pesimismo muy raro. Y ahora cansada de buscar estoy ahí en el
borde de ese estúpido puente, observándolo todo mientras nadie en realidad me
ve. ¿Qué es el mundo? Cada uno lo ve distinto, lo vive distinto, lo piensa
distinto. Pero a la vez, somos todos iguales. ¿Hay algo diferente de verdad? Y
después por consecuente te preguntas… ¿qué más me da? Coño, no es por ser
egoísta o pesimista... pero se me acaba de ir lo único que para mi merecía la
pena de verdad. ¿Cómo llamamos a eso? Yo quizá, lo llamaría desamor. Si, parece
que el amor es como una fruta dulce, la cual muerdes y te llena la boca de un
sabor agradable… pero todas las frutas tienen su parte amarga, y de momento,
¡PUM!, muerdes el hueso… y aunque esa
fruta sea la más rica del mundo, tienes miedo de volver a comerla... porque el
sabor amargo del hueso no ha merecido la pena. Pues eso es exactamente. En
realidad no, es aún peor. Yo no he hecho nada, han cogido el hueso y lo han
molido y me lo han echado en mi puñetero batido de frutas… pero... ¿qué más da?
Que me lo merezca o no, sigo teniendo el sabor amargo en mi boca… y escuece por
dentro. ¿Por qué? No importa, no va a doler menos ni va a haber vuelta atrás.
Todo “por qué” tiene su “y por qué no”, y este segundo siempre va a atormentar
la cabeza de alguien que ha sido traicionado. ¿Qué siento? No es odio, eso lo
se, porque aún tengo ganas de abrazarlo. ¿Decepción? Tal vez, un poco. ¿Rencor?
No... eso no es. ¿Sed de venganza? Jamás podría hacerle algo así, aunque se lo
merezca. ¿Qué siento entonces? ¿Amor?... quizás más que amor, añoranza. De lo
que éramos ayer y, lo que en cinco minutos, ya no es ni nunca más será.
¿Arrepentimiento? No… lo que he vivido con él sigue siendo algo puro e
increíble. ¿Qué cojones es este sentimiento que no me deja respirar?
Y de momento una pareja cogida de la mano, cada uno mirando
para un lado distinto, sin una conversación, sin nada que decirse, atados por
un compromiso que ellos mismo se han impuesto… eso es. Miedo. Miedo a
acostumbrarse a alguien.
¿Qué pierdo por perdonarlo? ¿Quiero estar con él no?...
Y vuelves a mirar a esa pareja... Entonces se me vuelven a
inundar los ojos de lágrimas... No lo sé. Y miro el collar que me regaló, lo
que le costó encontrarlo. Recuerdo cada momento vivido, y sonrío. Sabes que
pasó, fue increíble y pasó. Pero… me ha fallado. Y aunque no tengas rencor, ni
odio... sé que es así. Ha mordido el hueso, y lo ha partido por la mitad.
Entonces, desde el puente lo veo a lo lejos… buscándome…
intentando salvar algo que… es como esa pareja. Compromiso. Un sentimiento de
culpabilidad por haber acabado con algo… pero, ¿qué se sienta culpable
significa que de verdad quiera estar conmigo? Para nada. Quiere mi perdón, para
poder perdonarse. Y camino hacia él… lentamente, sabiendo que quizás cometa un
error pero, hay errores que merecen la pena cometer ¿no? Y de momento estoy
detrás de él... le tocas el hombro, suavemente, con cariño, como se lo has
tocado siempre, pero a la vez como no se
lo has tocado nunca. Y te mira. Se le llenan los ojos de lágrimas, le tiembla
el labio y no sabe que gesto hacer para decir… que está arrepentido. Entonces,
se aclara todo. Mi mente se despeja. Estoy justo en frente del hombre al que
amo, con dolor dentro de mi… pero se lo que quiero. Lo miro, se me encharcan
los ojos y sonrío. Y él se sorprende… espera un insulto, un tortazo quizás… y
yo le estoy sonriendo. Entonces me acerco, un paso más, y lo beso. Yo, a él. Se
queda parado, no sabe lo que está pasando… termino de besarle y lo abrazo. Y en
ese abrazo que no quiero que acabe, empiezo a derramar todo el dolor, el
tiempo. Las experiencias y vivencias en su hombro, dejándome lo que fuimos, lo
que somos y lo que ya nunca seremos. Todo allí, en su chaqueta. Entonces me
separo… él me mira... sonríe y me coge la mano… y ahí viene lo duro. Es ahora o
nunca. Cierras los ojos y piensas en esa pareja... Y te haces las preguntas.
¿Lo amo? Si. ¿Quiero estar con él? ….
Abro los ojos, y miro su mano sobre la mía… y mi cara
muestra dolor. Muestra miedo, muestra sufrimiento. Y a él se le desdibuja su sonrisa
esperanzada de hace dos minutos. Retiro su mano de la mía... me acerco, le doy
un suave beso en la frente y lo vuelvo a mirar. Y niego con la cabeza. No… no a
todo, no a nosotros.
¿Lo amo? Sí.
¿Quiero estar con él?.. No.
Y me doy media vuelta, y marcho. Camino, rápido, sin querer
volver a atrás. Lo veo por el rabillo del ojo… llorar y hablar solo. Quizás me
esté llamando, no lo sé, no puedo escucharle. Me pongo mis cascos y empiezo a
escuchar música.. Y mientras camino noto en el aire un cambio. ¿Qué es el
mundo? Ni puta idea. Pero se que ya nunca más volverá a ser lo que ha sido.
Huele a despedida, a dolor. Huele a adiós. Todo ha acabado, y a su vez ha
empezado. Y ahora lo entiendo de verdad…
“¿Saltas o no saltas?”
Salto. Salto para siempre. Salto para nunca. Salto… y…
¿Fin?.. No lo creo. =)
La vida sin perdida, no es vida.La vida sin obstaculos,no es vida.Es mejor haber amado y haber perdido,que no haber amado y no haber vivido.
ResponderEliminarLa vida no es más que un trozo de tiempo que algo a lo que llaman "destino" nos ofrece. Y solo se puede vivir cometiendo errores. El amor es vida, el amor es un error. Y amar no es más que vivir de la única forma real que se puede; equivocándose.
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