Perdona la trenza de mi pelo casi desecha de reír, perdona las arrugas en las comisuras de mi boca. Perdona mi cara lavada, mis ojeras malva, mi carcajada sonora y áspera. Perdona que no sea una señorita de las que presumir agarrada a tu brazo.
Perdona si yo voy corriendo, saltando, riendo. Y me choco, y sonrío, y discuto, y grito. Y me caigo y me levanto. Perdona si me maquillo para mi y no para ti, perdona si mi viejo pijama no es tan sensual como la lencería con la que un día me imaginaste. Perdona si como con las manos, rápido, a veces hago ruido y de vez en cuando eructo. Perdona por sentarme con las piernas abiertas, morderme las uñas y más de una vez hurgarme la nariz. Perdona por no cocinar siempre platos perfectos, porque me guste la comida basura, porque mi pelo no siempre esté alisado y porque yo también aunque me asee muchas veces huela mal.
Perdona por ser yo la que te regale una flor, perdona por pasarme menos tiempo que tú frente al espejo, porque entienda más de fútbol que tus amigos y me aburran las conversaciones de cuantos nombres tiene un mismo color en distintos tonos.
Discúlpame si no soy esa chica educada y bien hablada que a todos sonríe. Perdona por ser borde, deslenguada, conocer multitud de tacos y que los gestos de mi cara sean lo suficientemente claros para hacer saber a la gente que no me caen bien que no les soporto.
Perdona por protestar cuando algo me parece injusto, por contestar cuando creo que se me falta el respeto o que no se me tiene en cuenta. Por hacerme notar, por no callarme. Perdona por gritar cuando me enfado, por llorar a lágrima suelta y patalear en el suelo. Perdona si bostezo mientras hablo, si a veces me huelen los pies, si hay semanas que no me apetece depilarme, si tengo churretes en la boca después del helado.
Perdona por levantarme con mal humor y perdona si mi aliento por las mañanas no es agradable. Perdona si hago planes que sin contar contigo, si me sé defender sola de algún que otro hombre que decide ligar de maneras incorrectas. Perdona si voy corriendo sin importarme que estemos juntos cuando una amiga me necesita de verdad. Perdona si tengo amigos hombres a los que abrazo y beso sin importarme lo que el mundo me diga.
Perdona si estoy especialmente guapa vestida y decido sentarme en el suelo a beber una cerveza a morro. Y perdona por llevar los tacones en la mano y andar descalza, sé que me veo más guapa con ellos puestos. Soy consciente, pero son realmente incómodos.
Perdona por hacerte reír, por saber contar chistes verdes, por hablar de sexo sin pudor. Porque mi pecho sea pequeño y esté separado, porque mi trasero necesite un hueco más grande de la cuenta para sentarse. Porque alguna vez mi periodo ha dejado manchado mi pijama. Por ir con prisas, por olvidarme siempre de algo. Perdón por ser un desastre, un caos. Por no saber lo que quiero, por gritar cuando me apetece y bailar cuando me apetece y reír cuando me apetece. Perdón por mi vicio al móvil, a las redes sociales y a las consolas. Perdón porque me guste vestir con camisas de hombres y con botines más que con esos vestidos que tanto te gustan en otras chicas.
Perdóname. Por no ser la chica a la que necesitas proteger, por no ser lo que esperabas. Perdón si te molesta que tenga carácter, carisma, personalidad. Perdón si te molesta que no me importe lo que piensen de mi, que sienta todo lo que hago, que viva mi vida de la manera que yo he decidido y no en la que el resto me ha querido imponer. Perdón si no soy sumisa, conformista y amoldable. Perdón si he sido muchas cosas que socialmente una chica no puede ser. Perdón si a mi esas críticas que a ti te matan, no me afectan. Perdón si no tengo todos esos puntos intermedios que a ti te gustaría que tuviese.
Perdón si no siempre soy dulce, perdón si no siempre me apetece estar contigo. Perdón si no cambio mi manera de ser y actuar solo porque estés desconforme con ella.
Perdón por quererte pero no necesitarte. Perdón por saber ser feliz sin ti.
Perdóname por no ser lo que te hubiese gustado que fuese.
Pero sobre todo, perdóname porque quizás, alguna remota vez, pensé que la que no estaba a la altura era yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario