Querido
amor:
Hoy,
hace dos años desde la última vez que te vi. He escuchado que te va bien, estás
enamorado y según dicen, se te ve feliz. Dicen que ahora sonríes con cualquier
cosa, que tienes ilusión por ver el sol cada día, que llevas el pelo más corto
y la cabeza más alta. Que te brillan los ojos y tu sonrisa deslumbra. Dicen que
eres el que creías que no volverías a ser. Y yo, a pesar de que sé lo bien que
sabes mentir, lo buen actor que eres, sonrío como una niña pequeña al pensar
que esa felicidad, puede ser completamente verdad. Hoy hace dos años que mi
cuerpo echa de menos tu calor, mi piel pregunta por tus manos ¿sabes? Y yo ya
no sé que contestarle. Mis manos solo saben echar de menos a tu pelo, y mi
mirada te busca ansiosa en los ojos del primer hombre que pasa. Mis lágrimas,
las pocas que me quedan ya, solo saben salir a buscarte, a mezclarse con el
aire, con la lluvia, solo quieren mojarte, solo quieren recordarte lo que un
día fuimos. Y mi boca… ¡dios mío mi boca! No sabes a cuantos labios ha besado,
y a pesar de ello, no es feliz sin tu aliento. Ya apenas esboza una sonrisa.
Sonreír... creo que he olvidado como se hace. Dos años ya. Y sigo amándote
tanto, incluso más que el primer día. Llevo encerrada en mi misma, todo este
tiempo. Solo se mirar nuestras fotos, las cartas que me escribías mientras
dormía y luego me dejabas a mi lado, sobre la almohada. Huelo todas las noches
cada una de tus camisetas, sigo haciendo lasaña todos los sábados y veo el
fútbol con la camiseta de la selección de Argentina, esa que tanto te gustaba
como me quedaba. Sigo bebiendo Coca-Cola a morro de la botella, decías que
adorabas eso de mí. Cuando me voy a clase, cada mañana, le doy un beso a tu
foto, y cuando llego a casa lo primero que hago es encender el ordenador. No he
dejado de ir al cine una vez al mes, claro que siempre eligiendo una de acción,
como a ti te gustaba. Nuestra canción suena a todas horas, creo que mi
reproductor empieza a quejarse, lleva 730 días reproduciendo la misma melodía, la misma voz,
una y otra vez. He estado dos años, esperando. No sé aún muy bien el qué, ni
por qué. Tal vez esperando que volvieses junto a mí.
Todavía
recuerdo lo felices que éramos cuando estábamos juntos. Siempre sonreíamos,
siempre. Estábamos juntos para todo, nos abrazábamos y se deshacía el mundo
bajo mis pies, cada día que pasaba, estaba más y más enamorada de ti. Recuerdo
lo que te gustaba que me escondiese cuando llegaba antes que tú y te tapaba los
ojos diciéndote “¿quién soy?” y tú, en mitad de la calle gritabas “OH DIOS. Mi
princesa, dime que eres tú princesa”. Recuerdo que te volvía loco cuando te
insultaba, te miraba y me iba corriendo por toda la casa, me escondía mientras
tu me buscabas, y cuando me encontrabas me tirabas en el suelo para hacerme
cosquillas. Y no parabas, no parabas hasta que veías que se me saltaban las
lágrimas, luego te quedabas mirándome, me decías “te amo” y yo te miraba
enfadada y te decía “imbécil”. Y luego, como si de dos relojes perfectamente
sincronizados se tratara, sonreíamos y nos besábamos, apasionadamente, como si
fuera la última vez que lo hiciésemos. Hasta nuestras peleas te gustaban, yo me
ponía histérica, te gritaba. Tú apenas me echabas cuenta, me ignorabas, solo
para hacerme más de rabiar. Y cuando me cansaba, me iba llorando a la calle, al
portal. Me sentaba, me ponía los cascos y escuchaba nuestra canción. Entonces,
mis lágrimas se secaban, mi corazón dejaba de latir como si estuviese en una
carrera, y antes de que los 4 minutos de nuestra canción diesen por finalizado,
ya te tenía detrás de mí, abrazándome, secándome las lágrimas y besándome.
¿Qué
nos pasó? Éramos felices, nos amábamos por encima de todo. Y no me dio tiempo a
ver lo que nos iba mal, cuando ya miré y llevábamos dos años separados. No
tardabas ni 4 minutos en bajar la escalera y buscarme… y ahora, han pasado ya
dos años. Dos años en los que cada noche me he ido a la cama preguntándome,
¿qué cojones pasó? Hubiese preferido mil veces un “ya no te amo” hasta un “me
he enamorado de otra”. Una explicación que aunque no dejara de causar dolor, al
menos hubiese servido para cicatrizar la herida. Pero ahora… ¿ahora qué? Eres
feliz. Antes no podías estar dos días seguidos sin verme, cogías el autobús e
ibas a donde fuera por verme cinco minutos. Antes, necesitabas escuchar mi voz
todas las noches antes de dormirte, necesitabas que te recordarse, lo mucho que
te quería. Y ahora… yo sigo esperando, muerta, muerta con el corazón latiendo
con cada trozo, y los ojos abiertos… a que vuelvas. Después de dos años sin mi,
sigo esperándote. ¿Me habré vuelto loca? Creo que si. Dirás… “¿Por qué después
de todo, me escribes ahora?” Tan
sencillo como querer que seas el único que lo sepa. Me voy. ¿Te acuerdas cuando
me sentaba en la cama a contarte que quería viajar? Tú te reías, decías que era
una niña pequeña, que soñaba demasiado. Pero eso te encantaba. Siempre quería
ir a lugares diferentes, conocer mundo, culturas. Solo que cuando yo lo soñaba,
en todos esos viajes, venías tú conmigo. Queríamos ir a China primero,
¿recuerdas? Yo siempre te decía que no, que mejor empezar por Europa, pero tú
querías ir a lo grande. Querías conocer Irlanda, Moscú, el norte de América.
Los lugares fríos, la nieve, el polo norte, no querías morir sin ver la aurora
boreal. Recuerdo, que siempre poníamos fotos en internet y parecías un niño
pequeño que ve un almacén entero lleno de juguetes. “Iremos allí pequeño, los
dos juntos, como siempre” y me besabas, y sonreías. Luego me tocaba elegir a mí.
Yo era tan diferente a ti, quería conocer Brasil, Francia, Italia. Quería ir a
cuba, lugares cálidos, amor, pasión.
Ahora, nada de eso será igual de emocionante si tú no estás. Pero tengo
que intentarlo ¿no? Dos años es demasiado tiempo estando ausente. No sé cuando
volveré, ni como, ni siquiera si volveré sola o con alguien. Estos dos años he
estado rodeada de hombres de una noche, que me han llenado el cuerpo, pero me han
vaciado más el alma. He tocado todo tipo de pieles y he besado todo tipo de
labios. Ahora… me he cansado de refugiarme en el primero dispuesto a tocarme.
Quiero volverme a enamorar, a sentirme amada, y a sentir que amo. Y aunque sé
que no amaré nunca como te amo a ti, sé que encontraré a alguien que me haga
feliz. Como a ti te hace feliz ella. Cuídate. Tendrás noticias de mis viajes,
quizás te escriba una carta por cada uno de ellos. Sea como sea, prometo
volver. Y prometo que para cuando lo haga, iré a buscarte. Te daré un abrazo y
te miraré con amor, con cariño, con respeto. Con un agradecimiento eterno, por
haber sido tú quien me haya enseñado a amar. Sé feliz. Ahora, solo me queda
decirte algo.
Nos
vemos pronto, “pequeño”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario