miércoles, 27 de febrero de 2013
Felicidades madre Andalucía.
Al crecer, me abrazaste con el atlántico como testigo en esas playas de Huelva. Tu hija querida, con ese sabor a sal y arena entre las rocas del espigón.
Después me enseñaste a la solitaria Almería. Tan desértica y pacífica. Tan lejos y tan bonita. Tan suya, tan tuya, tan nuestra. Tan maravillosa.
Me dormías con cuentos de una maravilla del mundo entre tantas que una de tus 8 hijas había creado para deleitarnos. Y que tan orgullosa has estado siempre de tu querida y blanca Granada.
Aún recuerdo como hablabas de Málaga y su gente. De lo amistosa y simpática que había sido siempre, de lo acogedora y cariñosa que te había salido. De lo preciosa que era tu niña mediterránea.
El brillo de tus ojos cuando hablabas de Córdoba, era inconfundible. Con su mezquita en las entrañas de su tierra, y la belleza de tantas mujeres que pasean por sus calles. Tu tan bonita niña.
Esa cara tan graciosa que ponías al acordarte del olor a olivos y frescura que siempre había tenido Jaén. Ella y su naturaleza que siempre fueron tan cautivadoras de tu cariño como madre.
Después tu niña bonita. Ella y su arte, sus playas. Ella con una sonrisa desde San Fernando a Jeréz, en la comisura de Rota, La Victoria y Chipiona. Tu Cádiz tan graciosa y divertida como siempre.
Y por último, ella.
Aún veo como al acordarte de tus hijas, sientes esa felicidad que siente una madre. Tus ocho niñas tan bellas, capaces de enamorar a tanta gente y cautivar tantos corazones de aquellos que habitan los rincones de sus almas. Tus ocho niñas que en cada despertar nos hacen sonreír y nos recuerdan lo afortunados que somos.
Pero ella, ella no se puede comparar.
Ella. Que es tan grande y se hace tan pequeña. Ella que siempre está discutiendo con el Guadalquivir, asomada desde la Giralda, mirándote. Ella que pasea por el puente de Triana y llega a la Torre del Oro para decirte cuanto te ama. Ella, con su sentimiento, su amor y su respeto hacia sus hermanas y su madre. Con su gente que la ama, con su nombre que la hace digna hija tuya. Ella. Tu querida y loca niña de cabellos con sabor a incienso y azahar. Ella y sus adornos de Abril, ella y su mirada perdida entre la Catedral. Ella. Tu preciosa y bella Sevilla.
Me regalaste al nacer la oportunidad de respirar el aire que corre por las calles de tus ciudades. Madre, fuiste siempre tan dulce y buena, que nunca podré agradecértelo. Hiciste de tu familia arte, y nos convertiste en parte de tu arte a todos los que cuidamos a tus niñas. Esas que a la vez nos cuidan a nosotros. Nunca nos has abandonado, ni tu olor a sal, naranjos, olivos. Ni tu, ni tus playas, ni tus ríos, ni tus monumentos. Tú, madre, fuiste la mejor madre de todas porque estuviste ahí a pesar de que muchos renegaron de ti en algún momento.
Tú fuiste el mejor regalo que tuve al nacer, por eso hoy te dejo una pequeña parte de lo que soy. Porque aunque sea en unas líneas, puedas sentir el amor tan inmenso que siento, he sentido y sentiré siempre por ti.
Te quiero con la misma locura a la que se quiere a algo tan grande y hermoso, que es imposible de explicar.
Felicidades, Andalucía.
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eres un tiesa
ResponderEliminarno tengo amigos
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