viernes, 14 de diciembre de 2012

La historia de la vida.


Llega un momento en tu vida, que alguien aparece y te hace una pregunta que en ese instante es una estupidez, y a la que no sabes que contestar. “¿Cuál ha sido el momento más bonito de tu vida?” y tu dices... “y yo que sé, me quedan tantos momentos bonitos por vivir”... Pero luego, llegas a casa y te pones a pensar… y te vienen miles de recuerdos que son capaces de hacerte sonreír.
Para mí tu eres el mejor momento del mundo. Desde pequeña he tenido que saber más que otras niñas y niños, y no porque sea más inteligente, si no porque así lo ha querido el destino. Cuando tu naciste… aún recuerdo que para mi eras lo mejor del mundo. Y siempre que me han preguntado “¿A quien quieres más a papá o a mamá?” yo he respondido”a mi hermano”. Lo cierto es que desde que tú naciste mi única preocupación era protegerte: que no vieras, oyeras, vivieses y fueras como lo que teníamos ante nuestros ojos. Quería que tú no tuvieses que mentir, ni que llorar… quería que fueses diferente y tuvieses otra oportunidad de tener una infancia normal.
Cuando te preguntan por el mejor momento, piensas en cuando te casas, en cuando tienes un hijo y formas una familia. En cuando te gradúas, cuando superas una enfermedad… piensas en cosas que tienen que llegar y que marcaran un antes y un después en tu vida.
Yo ayer estuve pensando… ¿cuál fue el momento más bonito de mi vida? Y me respondí al mirar una foto. Fuiste tú. Cuando llegué a casa y te vi por primera vez, tan gordito y feo... en la cuna, llorando y tapado. Eras mi esperanza. Eras un “todo iba a cambiar”. Siempre has sido quien ha avivado mi rabia... mis ganas. Cuando te miré por primera vez, supe que todo tenía que ser diferente, al menos para ti. Lo cierto es, que aunque no fue como yo pensaba, las cosas cambiaron, cambiaron a lo grande… y alguien se fue. ¿Para bien? ¿Para mal? ¿Qué más da? Alguien se fue y dejó un vacío, y las cosas cambiaron para todos. Y yo cambié. Me distancié, te aparté de mi vida como si ya no existieses. Haciendo mi camino, sin contar contigo, creyendo que fui la única a la que una pérdida le afectó… olvidando que con nuestros más y nuestros menos, seguíamos siendo una familia. Y a veces, a una le hace falta distanciarse, echar a fuera todo lo que ha sufrido y nunca ha dicho a nadie. Le hace falta hacer daño, para que alguien entienda el daño que a ella le hicieron. A veces una… se vuelve egoísta y siente miedo. Y todo le parece una amenaza, de todo se queja y de todo el mundo piensa mal. Desconfía, teme… y se queda sola por miedo a volver a pasarlo mal. ¿Pero sabes? La gente no ve eso. La gente solo ve que eres una amargada con diecisiete años y que ya no tienes ilusión por nada, más que por escribir. Pero  nadie se pone en tu lugar, se pregunta porque te pones seria al recordar, ni porque quieres estar sola. Porque comprender y escuchar es mucho más complicado que juzgar sabes. Y ya no sabes disfrutar nada, porque todo lo bueno que has tenido en el mundo, te lo han acabado arrebatando. Y entonces, te vuelves fría, te creas tus muros… y asientes, sonríes y sigues, pero en el fondo, todos y cada uno de los seres que te rodean, te dan igual. Tienes miedo de confiar, de ilusionarte, de creer… de querer. Tienes miedo de cada molécula de aire que hay a tu alrededor… porque sabes que un día… se acabará. Y me encerré en mi mundo, creyendo que era la única que tenía problemas, creyendo que era la única a la que le afectaba. Y hoy, siento que me he perdido cosas contigo. Siento que ya no te trato ni te protejo igual que cuando éramos pequeños. Siento que te he descuidado. Y me cuesta perdonarme algo así.
Cuando pienso en el mejor momento de mi vida, quizás lo que se me venga a la mente, el más precioso… fue cuando me dijeron “vas a tener un hermanito”. Quizás si me tengo que quedar con algo, me quedo contigo. Siempre has sido lo primero, y desde hace dos años… ya no lo demuestro. He pasado a ser o la hermana carca y pesada con quien pelearte, o la hermana invisible. Y te haces mayor… y veo como ya, tú también quieres tú camino, tu independencia. Y lo entiendo. Y siento que… ya no puedo jugar más contigo, o llevarte al parque. He perdido esos momentos que no supe valorar porque fui egoísta. Los he perdido para siempre.
Confío en darme cuenta de que no debí pagar contigo lo que pasé o sufrí, he entendido que tú estás en medio… de una vida que no tienes que pagar. Y te prometo que lo siento. Eres lo más importante del mundo para mí, daría mi vida por ti, mataría por ti. Y es hora, después de tanto tiempo, que vuelva a demostrarlo.
Eres el mejor momento de mi vida, mi mejor historia. No lo olvides nunca.
Te quiero, hermano.

2 comentarios: