domingo, 9 de septiembre de 2012

Imparable

¿Cómo definir la vida? Eso es lo que se pregunta sentada en la orilla. ¿Qué podríamos decir de ella? La verdad que nunca se lo ha preguntado. Pero hoy, tiene un día de esos en los que sabe que va a pasar, antes de que pase. Podríamos decir que aún sin llegar al final, ella ya sabe los créditos de la película: "Gracias por todo, te quiero, pero adiós". Sonríe. "Lo sabía" se dice así misma. "Le dije que se cansaría de mí antes de lo que él esperaba". Mira a la arena, y escribe esa palabra. Luego, llega una ola, sin avisar, silenciosa y morbosa, y se la lleva, se la arranca del borde de los pies. Afirmándole, gritándole silenciosamente en cada gota de ese agua salada lo que ella ya viene sabiendo desde hace días; "prepárate a sufrir". Mira como la ola rompe, y se lleva lo que le queda de ese amor, esa palabra, y piensa "¿Esto es la vida? ¿Una ola?" Agacha la cabeza, y rompe a llorar. "¿Qué es la vida?" No le importa. "¿Qué más da?" Se pregunta ella. Unos la ven efímera, otros lenta, otros repleta de felicidad y otro solo ven en ella dolor y amargura, y un castigo impuesto por algún ser superior, lleno de rencor por no haber cumplido una de las leyes que un día impuso a los que él mismo, quiso llamar "libres". Entonces ve pasar a un chico. Algo mayor que ella, va corriendo por la orilla, parece ir concentrado, decidido. Parece seguro de lo que quiere. Entonces, descubre un juego. Un juego que la evade de su dolor durante unos segundos; "¿Qué es para los demás la vida?".
Quizás para esa mujer de la pamela y el tanga sea algo corto que hay que vivir sin tapujos, complejos ni explicaciones. Quizás lo que la lleve a tener casi 80 años y estar así vestida (si es que a eso se le puede llamar estar vestida) en la playa, sea un dolor que ha cesado, una herida que ha cicatrizado después de una vida basada en la sumisión y esclavitud del "que dirán" de los demás. Quizás ahora, con la muerte acechando y el temor de no levantarse mañana, sea cuando de verdad es libre. Quizás ahora, cuando todos pasan, la miran y se ríen cabizbajos, es cuando de verdad ella es feliz. 
¿Y el chico que corría por la orilla? ¿Que será para él la vida? Seguramente no tenga aún un período de tiempo ajustado y preciso para describirla. Quizás sea deportista, eso parecía al menos. Iba concentrado, seguro, sin mirar alrededor, sudando pero sin refrescarse en el agua, profundizado en el océano de una meta, de una expectativa por cumplir, quizás de un peldaño más que subir, para llegar a un posible sueño. Puede que vea la vida como una carrera de obstáculos, de pruebas que superar, de metas y competencia, de victorias y aprendizaje. A lo mejor a ese chico no le importa cuán larga o corta se la vida, y sólo quiera vivirla para lograr una sola cosa; "ser el mejor".
¿Y ese niño del agua? ¿Qué pensará de la vida? ¿Sabrá lo que es? ¿Se hará una idea? ¿O pensará que es tan fácil como montarse en esa barca de plástico, y remar con las manos un poco más a lo hondo, para que luego papá vaya corriendo a buscarlo y a hacerle cosquillas como "castigo" por hacer una trastada?.. 
Papá, he dicho papá. ¿Y él? ¿Qué pensará papá de la vida ahora que ya no la tiene? ¿Qué le diría a su niña? Jaja, me lo puedo imaginar ¿no?.
Ahora mira al mar, "¿dónde se habrá ido esa palabra? ¿Qué estará haciendo él? ¿Pensará en mi? No lo creo, es temprano, aún estará dormido. ¿Qué estará soñando? ¿Estará igual de guapo que siempre? ¿Me echará de menos? ¿Me seguirá amando?" y de momento otra ola que le rompe en los pies, una ola que la moja y la hace estremecer. Un escalofrío, una invitación informal a inundar su cuerpo y sus pensamientos en ese lugar al que a su punto de vista, ha pertenecido siempre. El mar.Y entonces se pone de pié, y antes de profundizar en el agua, sonríe. "Una ola, sin duda, la vida es una ola". Y se sumerge, ¿en busca de esa palabra? tal vez. Pero se sumerge en esa piscina gigante llena de tesoros, sueños, besos, amor y muerte. En el lugar más peligroso para muchos, en el que un día será principal causante del fin de la existencia humana para otros. Pero entonces saca su cabeza, se retira un mechón de pelo mojado de la cara, y mira hacia arriba. Siete colores, no falla. Y el sol, que deja un camino de luz en ese espejo del cielo, un camino que lleva a infinitas partes, un camino sin fin. Y sonríe, mientras llora. Lo va a echar de menos, mucho de menos. Porque para ella él, era como el mar. Para muchos una copa envenenada, para otros el principal causante de su fin. Pero para ella, no era más que su vida, su ola. Sí, sin duda él era como el mar para ella. No le veía el peligro,el dolor, el riesgo. Él no era más que su hogar.

2 comentarios:

  1. Este me llegó mas que el anterior, me hizo imaginar la situación. Creí de verdad que estaba en la playa, y me sumergí instintivamente en esta historia. Me ha gustado muchísimo. Un Saludo.

    ResponderEliminar
  2. Me alaga tu comentario. Me alegra que te haya gustado y te haya calado un poco más hondo. :)

    ResponderEliminar