Amantes. Amantes que se aman, pero que no deben amarse. ¿Querer o deber? A veces hay que elegir, tomar decisiones, seguir ciertos caminos. La vida es por norma, para las cosas del corazón, extremista. De derechas o de izquierdas, blanco o negro, ahora o nunca. Y el corazón.. ¿qué sabrá el de extremos? Si es solo una pequeña bola que a menudo comete errores, y aciertos. Él no es mas que un ciego irresponsable que se mueve al sonido de las hojas de los árboles que mueve el viento. Él no es más que un sordo que se enamora de música, palabras, promesas y sueños. Es una víctima culpable, es la verdad más mentirosa, no es más que un vaso en la cubertería de la vida, un vaso necesario para beber que alguna vez se rompe y corta, que hace daño, que provoca heridas y dibuja recuerdos que ahogan al alma en esa pregunta tan absurda e imprescindible que cada noche tortura a la mayoría de las mentes; ¿Por qué?.
Amantes, amantes con corazones mudos que se hablan a gritos en mitad del silencio, amantes que disfrazan sus ganas entre miradas, sonrisas y besos, que no entienden de culpabilidad ni deber. Pues el corazón es de los pocos, al que no se le pueden imponer leyes. Amantes que la vida puso en caminos distintos, amantes con rutas que la vida les ha trazado. Amantes que se han encontrado en el claro de un bosque profundo donde la rutina y la desesperación, han sembrado sus semillas dejando crecer en dos personas que un día el uno para el otro no fueron "nada", ese árbol de hojas secas y frutos amargos, llamado infelicidad. Deseos que corren por la piel de una mujer centrada en que su libertad, es vivir atada a órdenes directas de quien no vive su vida, de quien no se preocupa por hacerla cada noche sonreír. Una mujer que vio en los ojos de un hombre, su vía de escape. Y fue allí, en esos ojos color otoño de ese hombre con sonrisa húmeda, palabras embrujadas y corazón caliente, donde por primera vez en muchísimo tiempo, dejo de preguntarse por que. Y, ¿sueños? ¿qué hay de los sueños? De los sueños de un hombre que la vida ha echo más mayor de lo que es, de un hombre que se apaga un poco más cada amanecer, de un hombre que vive para los demás. ¿Qué hay de sus ganas de abrazarla, de sentirla dentro, de amarla? ¿Acaso no importa como él divaga entre la vida y la muerte cada vez que mira y ve la esperanza en los ojos de esa muchacha que le sonríe callada, mientras le suplica que la salve? Se amaban. Estaban enamorados, y probablemente, aún lo estén. ¿Sabéis? El que dirán los demás es algo que te encierra en una prisión de papel. de las que pocos son capaces de escapar. Te ahoga en un mar de dudas, y sobre todo, la conciencia. Ese maldito que dirán que manipula a la conciencia como quiere y cada día la amenaza; "no dormirás tranquila si me abandonas en la carretera solitaria de la indiferencia". ¿Valor o miedo? A veces hay pulsos en los que no se sabe quien ganará, este es uno de ellos. ¿Y ahora? ¿Qué será de la vida de esa chica que durante ciertos meses andaba a su casa haciendo más largo el camino mientras dejaba escapar por su boca ilusiones y felicidad que alguien que de verdad la amaba por lo que era, y no por lo que le daba, escuchaba detrás de ese teléfono que separaba dos vidas distintas que se unieron buscando refugio la una en la otra?. Nadie lo sabe aún. Solo que esos amantes que morían por vivir siendo solo una persona, siguieron sus caminos separados, por la senda difícil y cruel de la vida. Y ahí intervino esa bola que había cometido tantos errores. Gritó a ese hombre en una calma inmensa y un silencio abrumador que solo él era capaz de escuchar, eso que tanto tiempo, sin querer, esperó a oír; "Vete, este no es tu camino. Y esta vez, estoy acertando". Y acertó. ¿Creéis que ella ha escuchado a su corazón? ¿Creéis que lo ha ignorado solo por ese maldito embustero del "que dirán"? Siempre será un misterio. Lo que si es seguro, que cada noche, cuando se acuesta y abraza al hombre equivocado, cuando cierra los ojos, recuerda. Recuerda una broma constante que un día se hace realidad, recuerda una canción que marca un momento en su vida, como la tinta marca imborrable el papel. Recuerda un número escrito en un trozo de papel que podría estar premiado. Un número que simboliza eso que aún nadie le había dicho, "pase lo que pase, mi mayor premio, has sido y siempre serás tú". Recuerda cada paseo, cada mirada, cada conversación. Cada plan, cada sonrisa sentada en ese mostrador solo pensando que un día todo, podría ser de verdad. Algo más que una historia que una mente ilusionada y un corazón deseoso pueden crear.. Y cuando abre los ojos cada mañana, y ve que despierta al lado de un hombre al que amó, pero al que ya no ama ni podrá amar nunca más.. agachará la cabeza y volverá a ese mismo camino que la lleva a recoger los frutos de ese árbol que crece en su interior. Ese camino en el que él no aparece, ese camino desviado. Y cuando está a solas, levanta su cabeza agachada, y, casi sin querer, se le resbala una lágrima por la mejilla. Se toca el corazón, respira, y se dice en silencio "¿me estoy equivocando?" Pero antes de preguntar, ya se ha respondido sola. Y ahí está esa diminuta bola, repitiéndole cada día a gritos en mitad de su silencio, lo tonta que es, por hacerse prisionera del "que dirán" e ignorar al único que tiene derecho y poder para guiarla; el verdadero amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario